El Tesoro Público español ha colocado 3.454,6 millones de euros en deuda a largo plazo, aunque en los bonos a cinco años indexados a la inflación, el rendimiento ha sido de nuevo negativo.
La mayor parte, es decir 2.188,99 millones de euros, ha correspondido a las obligaciones a diez años, que se han colocado a un interés marginal del 1,717%, menor que el 1,986% de la anterior oferta.
Se han colocado 590,61 millones de euros en obligaciones con una vida residual de 21 años, a un interés del 2,629 %, también muy por debajo al de la subasta anterior, que fue del 2,739 %.
El Tesoro igualmente colocó 675 millones de euros en bonos indexados a la inflación, que se han adjudicado a un interés negativo del 0,080 %, frente al 0,200 % anterior.
En cuanto a la prima de riesgo, se situaba en los 130 puntos con una rentabilidad del bono a diez años del 1,62%.
La demanda por parte de los inversores en la puja ha ascendido a 7.539,6 millones de euros, es la proporción entre las solicitudes y el importe finalmente adjudicado, lo que ha sido en esta ocasión de 2,1 veces.
El Tesoro estrenó las subastas de los bonos indexados a la inflación en 2014. La ventaja de este tipo de bonos es que compensan al tenedor por los cambios que se producen en los índices de precios y la posible depreciación de sus activos.
Se diferencia de los bonos nominales en que su principal (importe) evoluciona según el Índice de Precios al Consumo Armonizado (IPCA), excluido el tabaco, y a diferencia de estos, que todos los años pagan un cupón fijo, el bono ligado a la inflación va creciendo porque el principal aumenta con la evolución de este índice.
El Tesoro lleva varios años explorando la posibilidad de emitir Bonos y Obligaciones indexados al Índice Armonizado de Precios al Consumo europeo. Este tipo de deuda ya se emite en otros países de la eurozona como Francia, Italia o Alemania.