La palabra “arcano” tiene como significado misterio, por lo que no sorprende que resulte difícil encontrar cuál es la fuente original del término “tarot”, ni tampoco cuál es su sentido real. No se sabe en qué lugar, o amparada en qué creencia o sistema filosófico, fue que aparecieron por primera vez las imágenes que conforman a los arcanos. En cuál contexto se concibieron esas representaciones visuales que hasta la actualidad siguen sorprendiendo a las personas, ya sea por las múltiples representaciones que se les pueda dar, o la profundidad que puedan alcanzar esas interpretaciones.
Una baraja empleada en el tarot está constituida por setenta y ocho cartas, clasificadas en arcanos mayores, que se dividen en 22, y arcanos menores, 56 en total. Esas 78 imágenes componen un fascinante y hermoso misterio que está encerrado en ellas, capaces de combinarse entre sí para transportarnos a un viaje por los caminos de nuestro inconsciente.
Aunque su origen se ha atribuido a la cultura egipcia, griega, e incluso a la china. También se ha mencionado que es la consecuencia de un acuerdo entre eruditos antiguos que buscaron alguna forma de proteger los conocimientos que conformaban a la biblioteca de Alejandría. Por otro lado, las personas que validan la existencia de vida extraterrestre, dicen que es el legado que dejaron al ser humano para que pudieran establecer las primeras civilizaciones en armonía.
En el siglo XIV, es donde aparece registrada la primera mención que documenta a los arcanos del tarot, sin embargo, esto no es prueba contundente que en este periodo se haya dado la invención de esta práctica. Se conoce sobre un juego que llevaban a cabo la aristocracia italiana, en el cual usaban cartas con bellísimos grabados que se presume costaron mucho dinero. El término usado para llamar a este juego era “tarocchi”, y era empleado para educar de una manera versátil a los niños.