ataque de EE.UU. a nuestra web. Pero nos enfrentamos a una amenaza aún
más grande.
El ACTA es un tratado global que permitiría a las compañías censurar Internet.
Negociado en secreto entre un puñado de países ricos y los grandes
poderes corporativos, este acuerdo crearía un opaco organismo
anti-falsificación que autorizaría la vigilancia, por parte de poderosos
intereses privados, de todo lo que hacemos online. Este acuerdo también
les permitiría imponer sanciones durísimas, incluyendo penas de
prisión, contra cualquier persona que supuestamente perjudicase sus
negocios.
En estos momentos la Unión Europea está decidiendo si ratificará el
ACTA, y lo cierto es que sin su participación, este ataque global contra
la libertad de Internet fracasará.
Es indignante. Los gobiernos que representan al ochenta por ciento de
los ciudadanos del mundo se hallan excluidos de las negociaciones del
ACTA (Acuerdo Comercial Anti-Falsificación), mientras que burócratas
nombrados a dedo han trabajado muy de cerca con los lobbies
corporativos para diseñar las nuevas reglas y un régimen de aplicación
peligrosamente poderoso. El ACTA afectaría inicialmente a EE.UU.,
Europa y a otros nueve países, y progresivamente se expandiría al resto
del mundo.
Bajo estas normas tan estrictas y opresivas, personas en cualquier parte
del mundo podrían ser castigadas por actos tan simples como compartir
un artículo de periódico, o por subir un vídeo de una fiesta con música
protegida por derechos de autor.
Promovido como un acuerdo comercial para proteger los derechos de autor y la propiedad intelectual,
ACTAtambién podría prohibir la comercialización de medicinas genéricas
vitales, impidiendo también el acceso de los agricultores a cierto tipo
de semillas que necesitan. Y, como si esto fuera poco, el comité del
ACTA tendría carta blanca para cambiar sus reglas y tipos de sanciones,
sin estar sujeto a ningún tipo de control democrático.