En algunos pueblos en los que hay pocos habitantes, pero no tan pocos como para que no merezca la pena montar un negocio, casi siempre encontraremos una pequeña imprenta que realice trabajos por encargo. Y no nos referimos solo a hacer fotocopias, estos pequeños empresarios nos ofrecen un amplio abanico de servicios que pueden ir desde la impresión de tarjetas de visita hasta imprimir nuestros propios tapetes con logotipo en papel o en algún otro material imprimible. A veces nos pueden costar más caros que las imprentas de las grandes ciudades, pero también debemos tener en cuenta que a veces los desplazamientos que tenemos que realizar a propósito para encargar los artículos y después para recogerlos suponen un precio que tenemos que añadirle al producto final, por lo que tal vez nos termine costando más.
Pensemos por ejemplo que queremos imprimir un libro con una tirada de cincuenta ejemplares. Puede que un pequeño impresor nos cobre algo más que una gran editorial, e incluso puede que tarde algo más en realizar el trabajo, pero podemos estar seguros de que en este caso el pequeño impresor nos atienda más deprisa porque quizás no tenga otro encargo mientras que el grande nos ponga el último de la cola porque tenga encargos más importantes. A lo mejor incluso tardemos más en recibir nuestros productos.