La palabra personalización está tan íntimamente ligada al mundo de la empresa que parece que ni siquiera se utilice para nada que no tenga que ver con productos comerciales o que solamente empresarios se puedan permitir.
Podemos diferenciar entre dos tipos principales de personalización. Encontramos la personalización colectiva, esa que lo que hace es crear un producto y su fabricante o la persona que los vende nos ofrece poner nuestro nombre o el nombre de alguien que queramos en el producto, incluso algunos de estos pueden llevar determinada fotografía para personalizarlos. Pero no dejan de ser productos que ya está fabricados y se les añade algún detalle con los que el cliente que los recibe se siente identificado, como tazas o tapetes personalizados.
Después está la personalización exclusiva, la verdadera personalización. Esta consiste en tener la suficiente cantidad de dinero como para permitirse acudir al fabricante de cualquier producto y encargarle que nos cree un artículo completamente único, fabricado para nosotros y en muchas ocasiones incluso diseñado por nosotros. De este modo el artículo es verdaderamente único, y en muchas ocasiones nadie tendrá nunca uno igual. Eso sí que es personalizar un producto de verdad, aunque eso es algo que no se pueden permitir todos los bolsillos.