Aparte de provenir de la arcilla como tal, la terracota es la arcilla modelada que se ha endurecido a través de hornos, es fundamental de los trabajos que se realizan en cerámica, utilizando tanto para recipientes como para las realizaciones de esculturas y decoración arquitectónicas, todo este tipo de trabajo fue realizado desde los siglos III Y II antes de Cristo. Se utilizó para la elaboración de sarcófagos también, a través de la historia fue empleado como complemente en el cuarto milenio antes de Cristo.
La terracota vendría siendo un tipo especial de porcelana o cerámica, elaborada por su aspecto y textura cruda y natural. Básicamente es una cerámica blanca común, tratada con fuego pero sin vidriado aunque esto puede parecer como si fuera a resultar en un aspecto inacabado, de hecho lucirá bastante refinada, esto es por el suave color marfil y sus formas delicadas. Hoy en día el término de terracota se suele usar para describir todo tipo de cerámica blanca y sin vidrio.
La elaboración de este tipo de ceramica en horno convencional, debe estar hecha de arcilla blanca de cocido lento la cual consta de arcilla normal que usa temperaturas mucho más altas de las que puede proporcionar un horno convencional para su elaboración.
Para su elaboración se debe inspeccionar primero la pieza de terracota antes de cocerla. Asegúrate de que no haya grietas o marcas en la pieza. Enjuágala para quitar cualquier tierra o polvo de la superficie, especialmente si hay pequeñas arrugas y agujeros que puedan recoger partículas de polvo, asegúrate de secar la pieza al aire antes de ponerla en el horno.
Debemos precalentar el horno a 250 grados Fahrenheit, estos son 121 grados Celsius, se deja al vacío durante al menos 10 minutos. De este modo conseguirás una temperatura uniforme en todo el horno y lo prepararas para el proceso.