HISTORIA DEL ABANICO

El primer abanico del que hay constancia en la historia fue creado en Oriente, pero es difícil determinar que cultura fue la que empezó a usar abanicos. Existe la hipótesis de que este invento fue creado por cada cultura de forma independiente, con el fin de espantar a los insectos o refrescarse. Cada región diseñó estos objetos utilizando los materiales más comunes y accesibles. Pero no sólo servían para aventar a las moscas y refrigerarse de las altas temperaturas sino que representaba un símbolo de poder y estatus al que no todos tenían acceso.

A través de los manuscritos, jeroglíficos y las pinturas egipcias descubrimos que había dos clases de abanicos, uno para abanicarse y otro para espantar a los insectos. Este último no era considerado un abanico por los egipcios sino que su función se limitaba a proteger. El flabelo o abanico sólo podía ser utilizado por el faraón y algunos miembros de su familia, como su mujer o sus hijos.

Los abanicos en China surgieron por primera vez hace 3000 años. En sus inicios eran utilizados con el fin de protegerse del Sol y refrescarse pero con los años se han convertido en un símbolo de arte, de estatus. A día de hoy se utilizan en los bailes y en las obras de teatro. En la caligrafía china la palabra abanico tiene el mismo sonido que la palabra bondad. El abanico es un objeto que expresa generosidad y buena suerte. Los modelos chinos se diferencian por su forma circular. Están hechos de seda, papel o plumas. El mango suele ser de bambú, sándalo, hueso o de caparazón de tortuga. Tanto hombres como mujeres utilizaban el abanico, aunque no el mismo tipo. El modelo para las mujeres debía tener un mínimo de 30 pliegues mientras que el de los hombres unos 16.

En la antigua Grecia también fue un elemento que formaba parte del día a día y que otorgaba un plus de hermosura a toda aquella mujer que lo utilizaba.

Clásicos como Eurípides hacen referencia en su obra Elena, narra como un eunuco había estado abanicando a la bella esposa de Menelao.

En Roma también fue un accesorio del que todo mujer y hombre se benefició, pero a diferencia de los griegos y los egipcios en Roma eran los esclavos y esclavas quienes abanicaban a los romanos durante los convites, ceremonias o bien mientras dormían.