Una de las peleas más comunes entre las parejas que están a punto de casarse, se produce durante la planificación del evento, la mayoría de ellas tienen una causa en común: los malos entendidos respecto a las expectativas de cada uno. Las expectativas, como su palabra lo indica, es algo que se espera, puede ser un comportamiento de parte de la otra persona o una acción de un tercero resultado de la acción de uno mismo, cuando se tiene mucho tiempo en pareja las personas asumen que conocen todo del otro y por ende esperan ciertas respuestas que muchas veces no se cumplen.
Las expectativas varían de acuerdo al rol que se ejerce en la pareja, por ejemplo en el caso de los hombres se espera que el novio sea un espectador simple que comparta una simpatía implícita con las decisiones de su futura esposa respecto a todos los detalles de la boda, esa es la expectativa de su mujer; sin embargo, la expectativa verdadera del hombre es simplemente realizar la ceremonia sin contratiempos para luego disfrutar de un reventón en compañía de sus amigos y sus seres queridos conmemorando ese significativo día.
El problema comienza cuando la novia desea cumplir las expectativas de las otras partes involucradas, es decir las de su madre, su suegra, los familiares y amigos porque sus expectativas personales recaen en darles la noche perfecta, la fiesta más in de la temporada y que cuando todo el mundo recuerde su boda lo hagan como punto de referencia de perfección. Es por ello, que constantemente se verá envuelta en disputas de opiniones y buscará opinión y apoyo en su marido quien el 80% de las veces no entiende por qué se producen los conflictos. La manera de solucionar los problemas de expectativas es hablar de las inquietudes de cada uno con el otro y entre ambos llegar a un consenso de las mismas.