Un poco de humor reflexivo en referencia al maravilloso mundo de los idiomas, en este caso del inglés:
Para hablar inglés solo es necesario poner las palabras en el orden contrario al que las hablamos normalmente en castellano. Por ejemplo, si queremos referirnos al álbum fotográfico de una fiesta en la que hemos estado, en lugar de decir “álbum fiesta” diremos “fiesta álbum”.
Pero eso no es lo más descabellado que podemos hacer para hablar inglés. Algunos piensan que si hablamos muy, muy despacito, nos entenderán como si les habláramos en su idioma nativo (algo con lo que se ha llegado a hacer incluso chistes), o todo lo contrario: hablarles chillando como si fueran sordos. Imaginación al poder.
Pero algo de lo más sorprendente es ver a aquellos que sin saber absolutamente nada de inglés se aventuran a viajar al extranjero y piensan que hablando en su idioma o haciendo algunos gestos se harán entender hasta en el rincón más inhóspito del mundo.
Bromas aparte, hemos de reconocer que el inglés es a día de hoy uno de los idiomas más universales del mundo, si no el que más. Aún en países en los que esta lengua no se habla de manera nativa, con él se realizan transacciones comerciales y se hace turismo por todo lugar. Podríamos calificar al inglés como el esperanto del siglo XXI.
El esperanto es un idioma que se creó fusionando palabras de casi todos los idiomas del mundo con el que se buscaba una manera de comunicarse en todo lugar. Hoy apenas hay unos cientos de personas que hablen este idioma, mientras que miles de millones hablan inglés, bien sea de manera nativa o como segundo idioma. Quienes confiaron en el esperanto como lengua vehicular para llegar a un entendimiento entre todas las naciones, no se dieron cuenta de que ya existía un idioma que podían utilizar. Así que si tienes niños ya sabes, no lo dudes más y envíalos a un curso escolar en el Inglaterra para aprender lo que románticamente se le denomina la lengua de Shakespeare.