Quien no compra carne normalmente es lógico que, al principio, no tome muy en cuenta el estado debido a que siempre confías que lo que te ponen en las carnicerías o en las tiendas de alimentación va a ser lo más bueno, fresco y saludable. Por eso es habitual no prestar mucha atención a la misma.
Sin embargo, a la hora de comprar carne, sea la carne que sea, carne de ternera, carne de cerdo, solomillos, etc. has de tener en cuenta varios factores que pueden marcar la diferencia entre una carne buena y una carne exquisita, y eso para un buen plato se nota, así que lo más normal es prestar atención a esos puntos.
El primero de ellos se refiere a la grasa que encuentras entre los músculos, llamada marmóleo. Esto hace que, esté mejor, cuando más se vea esa grasa. Esto en ocasiones se pierde si a la hora de poner a la venta carne le quitan parte de esa grasa (sobre todo en los centros comerciales, para presentar una carne más jugosa y no tan grasa).
Otro de los factores a tener en cuenta, y en ese sí sueles fijarte mucho, es el color de la carne. La mayoría de las personas se fijan en eso y aquí has de entender algo. Normalmente se busca una carne que, al darle un corte, salga un color rojo brillante para saber que es fresca. Un rojo oscuro puede significar que el animal ha muerto con mucho estrés (y por tanto la carne puede saber más seca, porque estaba en tensión en ese momento). Ten en cuenta también que si la carne viene envasada puede tomar un color rojo más oscuro.
Por último, un factor también importante es ver el color de su grasa. Cuanto más blanca más joven es el ejemplar y la carne puede estar más blanda y con mejor sabor porque una grasa amarilla es indicativo de que el animal era mayor al momento de su muerte.