PRODUCTOS CONGELADOS

 

 

La técnica de congelado es decisiva para obtener un alimento apto y óptimo para el consumo de las personas.

 

Si usted está considerando poner en práctica esta técnica en casa, asegúrese de cuidar los detalles que se enumeran a continuación:

 

  • Elija productos frescos, de temporada.  Esto le asegura que, ante una gran oferta, escoge los mejores ejemplares: justo aquellos que querrá como ingredientes de sus platillos favoritos.
  • Planifique la actividad. Para asegurar que los resultados al descongelar serán los mejores, debe cuidar cada paso previo. Escoja un día en el cual pueda hacer las compras y volver a casa con los productos frescos, para ser preparados.
  • Higiene. El área de trabajo debe estar impecable y los utensilios a emplear, esterilizados.
  • Disposición. Procure estar de excelente humor al realizar la actividad. De esta manera, su energía y buena vibra acompañara el producto hasta el momento en que usted decida consumirlo.
  • Evite agregar componentes innecesarios. El resultado puede ser contraproducente al momento de la descongelación, arruinando todo su esfuerzo.

 

Listo. Ya puede ir a congelar sus alimentos.

 

Para descongelarlos, también es recomendable cuidar el procedimiento, para asegurar la conservación de las cualidades de los productos y evitar que se deterioren en proceso.

 

Los alimentos congelados de procedencia comercial suelen traer impreso en el empaque las instrucciones para su descongelación. Asegúrese de leerlas, y más aún, de seguirlas al pie de la letra. De esta manera, evitará perder su valioso tiempo, su dinero y sus ilusiones de degustar un exquisito alimento. Nota importante: asegúrese de no romper la cadena de frío. Esto es: mantener el producto congelado fuera del refrigerador el menor tiempo posible, para evitar que suba la temperatura y ponga en riesgo la calidad del alimento.

 

Si descongela en casa, mantenga el producto en el frigorífico, para evitar el cambio abrupto de temperatura. Una vez descongelado, podrá llevarlo a la temperatura ambiente, y posteriormente  procesarlo para su consumo. Acelerar el proceso arruinará el sabor y la apariencia del alimento, así como el aumento del riesgo de activación de bacterias y microorganismos.