La importancia de la ecografía morfológica

Uno de los primeros sentimientos que enfrentan las mujeres al descubrir que están embarazadas es la felicidad. De hecho, la alegría por lo general se extiende a toda la familia. Comienzan a realizar diversos planes, cómo elegir el nombre del niño que está por venir, pensar quienes serán los padrinos, como será su habitación, etc.



Unos días más tarde, es normal que la alegría comience a mezclarse con cierta preocupación, y surgen preguntas como “¿estará todo está bien con mi bebé?», “¿se estará desarrollando normalmente dentro de mi vientre?». Son las preguntas más comunes y que por cierto tienen su lado positivo, ya que incitan a la madre a la necesidad de tener que hacer visitas regulares a su ginecólogo.

¿Qué es la ecografía morfológica?

Para satisfacer esta expectativa de la futura madre y evaluar si el bebé se está desarrollando correctamente dentro del vientre, hay algunas pruebas importantes que necesitan ser hechas. La ecografía morfológica es una de ellas.

La ecografía morfológica es una prueba de ultrasonido del feto, que tiene como objetivo evaluar la morfología fetal. Teniendo en cuenta que aproximadamente el 3% de los recién nacidos tienen anormalidades estructurales que pueden afectar a la mujer embarazada, se recomienda la ecografía morfológica a todas las mujeres que queden embarazadas.

La prueba permite diagnosticar el 90% de las anomalías fetales. Los trastornos cromosómicos como el síndrome de Down pueden ser sospechosos. Una vez que las anomalías fetales son diagnosticadas, a menudo es posible el tratamiento durante la vida intrauterina o poco después del nacimiento del bebé.

¿Cuándo debe hacerse?
Lo ideal es realizar dos exámenes morfológicos durante el embarazo. En el primer trimestre, entre 12 y 14 semanas de gestación, cuando se puede detectar las anomalías importantes tales como la anencefalia,  extrofia cardiaca, por último, anomalías graves.

 En este examen, también se evalúa la translucencia nucal y Doppler del ductus venoso, para evaluar el riesgo de trastornos cromosómicos como el síndrome de Down. En el segundo trimestre, entre las 20 y 24 semanas se realiza un examen más a fondo, donde toda la anatomía puede ser evaluada. Alrededor del 90% de las anomalías se puede diagnosticar en esta etapa. La importancia de un diagnóstico precoz de anomalías fetales ofrece la posibilidad de permitir el tratamiento incluso durante la vida intrauterina o preparar a la pareja para recibir los bebés con anomalías.

El examen se realiza a través de ultrasonido, y, para que el examen sea lo más preciso posible, la combinación de un buen equipo de ultrasonido y un profesional capacitado es necesario.

Siga a la letra todas las recomendaciones de su médico y estar atentos a los exámenes necesarios son pasos cruciales para asegurar que el embarazo y el parto se produzcan de la mejor forma posible. Además, todos los exámenes y cuidados son recuerdos de un momento muy especial en la vida de una mujer y de toda la familia.

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