¿Puede un smartphone ayudarnos a entender el mundo? La revolución tecnológica ha cambiado nuestra forma de comunicarnos y de entender el mundo. Este cambio también ha llegado al campo de la educación.
Las nuevas aplicaciones han transformado a los niños. A través de un nuevo lenguaje digital, el desarrollo del m-learning se ha convertido en un compañero de viaje indispensable para entender un mundo más globalizado e interconectado, permitiendo saciar nuestra curiosidad.
Los smartphone y las tablets se han convertido en una parte fundamental de nuestra vida, cambiando nuestras relaciones sociales y nuestros hábitos de consumo. La educación no queda al margen de esta revolución.
La revolución digital transforma la educación
La revolución digital nos permite saciar nuestra curiosidad: Gracias a que toda (o la mayor parte) de la información está en la red, podemos encontrar las respuestas a nuestras preguntas a través del ordenador o de un dispositivo móvil.
Vivimos en una sociedad de nativos digitales: Los jóvenes se encuentran más preparados que sus progenitores para el reto tecnológico y permiten acceder a una mayor red de información. Las «apps educativas» son un campo emergente que incluyen cada vez funcionalidades más diversas e interesantes, como la localización mediante GPS o aprender una segunda lengua como el inglés o el francés.
Aprender y entretenerse con las nuevas tecnologías es posible: diversos foros de discusión, blogs y estudios lo demuestran. Los smartphone se han convertido probablemente en el dispositivo móvil más adecuado para revolucionar el campo de la educación y la enseñanza. Gracias a su alta penetración social, es una de las herramientas y recursos con mayor futuro en la educación. Entre otros factores que operan en su favor: su disponibilidad, su tamaño, su interactividad y la gran cantidad de aplicaciones (apps)
Las tecnologías han cambiado nuestra forma de vida y nuestra forma de entender el mundo. Sin embargo, no debemos olvidar que para comprender el mundo, debemos desgranar las montañas de sobreinformación que nos proporcionan las nuevas tecnologías.
Observar el mundo a través de una mirada crítica, cuestionándolo y preguntándonos por qué suceden las cosas ayudará a las futuras generaciones y al ámbito educativo. Si no, viviremos en un mundo sobreinformado sin llegar a comprenderlo.