Consejos para el cuidado de alfombras

La duración de las alfombras depende exclusivamente de uno mismo. Si uno se preocupa un poco de conservarlas como es debido, envejecerán muy lentamente. De lo contrario, su vida será efímera. Hay que dejar bien claro que la mayoría de las alfombras perecen por una mala conservación, más que por el desgaste de uso.

A las alfombras se les tiene que quitar el polvo con regularidad. El polvo apaga los colores, corroe la lana en su base, hace que la trama se vuelva quebradiza y atrae la polilla. Es preciso por tanto barrerla cada día (siempre en la dirección del pelo) o pasarle el aspirador.

Hay que tener en cuenta que ni los aspiradores más potentes tienen suficiente capacidad para extraer el polvo que, a la larga, va acumulándose entre el tejido y las briznas. Será pues necesario, de vez en cuando; sacudirlas a conciencia. Pero hay que poner mucho cuidado en esta operación, pues puede ocasionar más daño que bien si no se hace como se debe.

Para sacudir una alfombra.

Se debe colocar sobre un soporte redondeado y ancho. Luego se sacude con un sacudidor de mimbre, empezando por el revés y acabando por el derecho.

No hay que colgar jamás una alfombra de una cuerda ni sobre ninguna cosa que presente ángulos vivos, ya que se podrían quebrar los hilos de la trama y del urdido que forman el cañamazo de la alfombra. Tampoco debe sacudirse nunca una alfombra aguantándola por un extremo.

Los enemigos de las alfombras

La polilla. Una sola larva de polilla puede estropear completamente una superficie de alfombra tan grande como la mano; es el enemigo más temible de las alfombras y el más difícil de combatir. Los antipolillas del comercio son generalmente eficaces contra las mariposas, pero impotentes contra el huevo y la larva que se inserta entre los hilos.

Las larvas son amantes de la oscuridad y la tranquilidad. Por ello las alfombras de las casas deshabitadas, las alfombras guardadas en rollos y las partes de las alfombras que quedan escondidas debajo de los muebles están terriblemente expuestas a este elemento destructor.

Por último, la polilla ataca preferentemente las lanas manchadas o llenas de polvo. Si es necesario limpiar un vestido antes de guardarlo, con mucho más motivo habrá que hacer lo mismo con una alfombra. La mejor defensa contra la polilla es el uso constante de la alfombra, andar encima de ella, airearla, sacudirla, barrerla y procurar que le dé la luz.

La humedad. Después de la polilla, no hay nada tan peligroso como la humedad, ya que sus daños se extienden sobre una gran superficie, lo cual los hace casi irreparables. En consecuencia, no debe colocarse ninguna alfombra sobre un suelo húmedo o en una pieza donde haya mucha humedad… En este caso, empléese un cubresuelos tal como el linóleo, el caucho, etc. Si por casualidad se moja una alfombra, hay que ponerla a secar al aire libre antes de volverla a colocar en su sitio. Las alfombras clavadas pueden secarse con ayuda de un radiador parabólico o de un ventilador.

Las manchas

El barro. Hay que dejarlo que se seque y luego cepillarlo. El fango de las ciudades es muy graso y siempre deja vestigios. Pero no es prudente intentar quitarlo. Más vale, como preventivo, colocar un buen felpudo en la entrada de la casa.

La grasa. Se quitará la mayor parte por el procedimiento clásico de la plancha caliente y el papel de seda. Si la mancha es antigua, se reblandecerá primero impregnándola durante un momento con mantequilla.

Después se tomará un trapo mojado con un quitamanchas (bencina tetracloruro de carbono, etc.) y se frotará describiendo círculos concéntricos cada vez más dilatados. Luego se espolvoreará con un polvo absorbente: talco o bicarbonato sódico. Previamente se habrá dispuesto un trapo debajo de la alfombra para que absorba la suciedad que se filtre. En caso de no poder tomar esta precaución, los resultados, sobre una alfombra clavada, nunca serán perfectos.

La tinta. Con ella hay que actuar rápidamente. Se aplicará primero un papel secante que absorba. Después se impregnará la mancha con leche caliente que no haya hervido, frotándola luego con un trapo suave y volviendo a empezar pacientemente hasta que el trapo no quede manchado.

Para limpiar las alfombras de nylon

Cuando se trata de manchas importantes (tinta, rojo de labios, etc.), no deben emplearse quitamanchas, sino meramente alcohol de 90º o acetona. Para su lavado bastará un jabón de buena calidad en escamas. Para la conservación diaria, un aspirador batidor.

En caso de ausencia prolongada

Dejar las alfombras al cuidado de casas especializadas, las cuales sabrán ponerlas al abrigo no solamente de la polilla, sino también de robo, fuego, etcétera.